martes, febrero 13, 2007

Laoconte

Auxi González

Hay poemas que cobran vida,
líneas que se arrastran como serpientes
azuzadas por un dios incorregible y cruento
que no se compadece, que no mide,
que guarda en su rediles submarinos a cien Caribeas y Porces
que dormitan en las llanuras abisales del alma
esperando el correspondiente festín.


El Laoconte (El Greco)

Laoconte, sacerdote de Apolo, desconfía de los griegos y recomienda a los troyanos no introducir el caballo de madera en la ciudad, pues teme alguna treta. Entonces Neptuno, uno de los dioses que más ha castigado a Troya, envía dos serpientes (llamadas Caribea y Porce) que atacan a los dos hijos de Laoconte, quien acude para axuliarlos, aunque todo en vano, pues los tres fallecen ahogados por los reptiles. Los troyanos interpretan lo acontecido como una señal divina de que Laoconte estaba equivocado y deciden aceptar el "regalo".

L’amor té ulls verds

Sergio Manganelli

Por ella
guarda luto el adjetivo
y besan como Judas los pronombres.

Sus labios son bandera,
cáliz de sangre presa
para esta patria en celo y esta fe tan pagana.

Por ella
se amortaja lo probable,
o vive a pan y agua la alegría.

Enmudece el silencio en los excesos,
y al sur de la quimera
desmadeja la muerte su capricho.

Por ella
hallé el vértice feliz y el desamparo,
la lluvia del desierto, el bar de las primicias.

De espaldas a su ausencia duerme la madrugada,
en sábanas sin vuelo
de verbos oprimidos.

Por ella
la inquietud, la sombra, el devenir,
el cabernet, la luz , el desvarío.

El cuerpo enciende su espejo y su toreo,
la tinta su premura
el Hotel Carlton todas las farolas.

Por ella
los puentes -igual que los de Madison-
son amargas ventanas que dan a ningún lado.

La soledad es una puta sombría
que cobra con prisa los recuerdos.

Por ella
la vida siempre es vida,
el amor un boquete, el pecho un asesino.

Y la pena un gusano
que devora sin pausas
esa manzana agria del olvido.

Por ella
el juglar va a la musa,
la angustia al apetito, el sexo a su guarida.

Su canto de sirena agita cicatrices
y se ahoga en el gentío
la que viene por mí.

Por ella
rechazo las piedades, me niego al débito del mal hospitalario,
no pago al desamor y a las usuras.

Juntos celebramos el rastro del otoño,
las barcarolas ebrias,
el cielo clandestino.

Por ella
cada noche dejo una sed vigía,
por si al deseo le quitan el seguro y se viene conmigo.

Me agobia el detalle arbitrario,
la porfía de no rendirme
al oficio feliz de estar equivocado.

Por ella
los tranvías dan viajes sin boleto,
y en un confín de dudas quemamos el regreso.

Empeño el excedente, el faro de anteayer,
el bolígrafo ansioso,
el mañana improbable.

Por ella
puedo escribir un poema tan tonto como este,
que le alerte el ombligo y acune una sonrisa.

Esta baraja turbia que predice su espuma,
sus playas del desvelo,
con peces moribundos
de amor insatisfecho.


Por ella, dejaron de vaciarme los pronósticos.

viernes, febrero 02, 2007

Veinteavo Anuncio

Rodrigo Verdugo - Chile

A mi primo Alan Bruna Pizarro,
En recuerdo de Villa Portales
"Y con horrible estruendo se abrieron
Cráteres y abismos poblado del duro instante de
Escalofriantes máscaras"
Olga Acevedo

Veo los lugares desde lejos y no los quiero habitar
La desposesión es la misma ya sea en el fuego o en el agua
O plantada al lado del desvarío de los jardines.
Veo las puertas desde lejos y no quiero entrar
Las hijas traen copas y clavos
Yo tengo un patrimonio de colchones y caballos atropellados
Venid postores, jugad con estos bienes.
Veo las ventanas color de azufre
Y se lo que se desfonda en ellas
Lo que logra quedar en pie como un arrobamiento de niño
Ante espacios blancos y negros.
Las hijas cuidan que el fuego no me quite la máscara
Cuidan que no hablen de mí en los desiertos
Barren mis resplandores sobre los ríos.
El espacio negro ritualiza al espacio blanco
Las olas quedan colgadas, prospera en los sesos ese motor aterrado.
Es imperioso que vuestras rodillas
Lleven caballos atropellados a los colchones
Como también colgar las olas,
Ponerles dientes visionarios a las bajas esperas.
Veo los pasillos desde lejos y no me quiero acercar
Ni llegar al final de ellos dirigiendo el aliento de los rayos
Que quedara esbozado en distintas líneas sin saber cual de ellas tomar
O adonde conducen, OH dime si al espacio blanco
Cuando parece un cajón abierto
O al espacio negro cuando parece esa sustancia que revuelve
Los funerales para que yo los guarde dentro de las botellas
Pero el cajón ha de cerrarse,
Luego de que las hijas hayan hurgado en él
Será porque tienen inclinaciones fosfóricas
Y la sustancia sale por el sur y se esconde por el norte
Donde fue imperioso que las grullas hayan arrastrado rejas
Y entrado a esa casa amarilla, donde clavos y copas son solo una parte
De aquello que se ha tramado en el espacio negro,
A espaldas de todos nosotros, con aletas,
Con puentes partidos, con cajones sueltos,
Con la certidumbre que he de desfondarme en un aliento de rayos
Que las hijas traigan después mi cabeza en sus manos
Será porque tienen inclinaciones fosfóricas
Que las hijas traigan después mis sesos sobre sus ojos
Será porque tienen inclinaciones fosfóricas.
Quedara acaso en pie la sustancia o lo que plante en el espacio negro
Mi patrimonio subastado en el espacio blanco y por supuesto rechazado.
Yo uno mi propia línea a las demás siguiendo el consejo de las hijas
Sé entonces de la alta y baja espera que se padece entre ambos espacios
Pero me angustio y empiezo a ultrajar, a reintegrar
Toda una anatomía de ánimas sobre los colchones
Y se suman las grullas y los motores aterrados a la orgía ruinosa.
Pero que hacen aquellos con aletas ahí en medio de ese puente partido
Quieren que lo cruce, que ellos me harán llegar al otro lado
Dicen: "Todo lo que necesitas es una inclinación fosfórica, y nada más"
"Podrás cruzar sobre todas las líneas si quieres, tu línea podrá dar
Fin u origen a las demás, podrás hacer también que ninguna de esas
Llegue a alguna parte,"
¿Cuál tomaste en tu infancia, cuando pusiste los clavos sobre las olas,
Si, dejaste algo ahí, como todo adolescente un padecimiento nacarado
Que las hijas cuidaran, dejando acercarse solo a los rayos y a las copas
Tú buscabas dentro de los cajones con temor a que te descubrieran
Con ese repertorio de piedras que el aliento de los rayos les producía
A quienes cambiaban de línea
O a quienes bebían un trozo de azufre de la misma copa
Y te castigarán trece días, sin poder tenderte debajo del puente.
Sin esas aletas que nos validan en cada suicidio
Sin que a la hora de cenar Silvia te cuente historias
De quienes pasaban del espacio negro al espacio blanco.
Veo desde lejos los cajones cerrados y ya no los quiero abrir
Porque pasar de un espacio a otro es como cambiar de rostro.
Veo a la sustancia esconderse en el norte,
Porque ningún muerto ha descansado
Como si ahora los rostros trajeran la imposibilidad de los retratos
Y eso se extendiera a los espacios blancos, y a los árboles y a los ríos
Como si ahora los rayos trajeran
La imposibilidad de los espejos y de los resplandores
Y eso se extendiera sin tregua a los espacios negros, y a los cuerpos y a las sombras.


Del libro inédito "Anuncio"


PD: Este libro inédito llamado “Anuncio” esta dedicado a la memoria
De mi abuela y segunda madre Silvia Silva Robles.

Naturaleza Muerta

Isabel Guevara

camíname
pidió
el
verbo

y
bajé
a
su
infierno
con
el
alma
en
una
mano

me apreté al tronco
con los huesos de mis huesos
con las voces de sus voces

sucumbí arlequín

espantapájaros habité mis muertes
— tantas veces recorridas – con la desconocida sentada frente a mí

y hallé
al que no brota de la sangre
ni de la carne
porque se forja desde el espacio vital que es el poético

el
hombre
nuevo
resurgió
del
agua

y
con
fuego
recorre
los
secretos
de
salvaguardarse

bajo
el
lápiz
y
el
papel

martes, enero 23, 2007

Presentaciones Literarias de la Diputación de Cádiz en Madrid

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