jueves, junio 22, 2006

El Usurero y El Gato

Prudente Arjona - Rota (Cádiz)

Había una vez un prestamista, al que ya no le quedaba lugar donde guardar su caudal, por lo que ideó construirse una cámara acorazada con un cierre de precisión, realizado por un hábil relojero del que desconfiaba, dado que al conocer éste el mecanismo, le daba intranquilidad. Hasta que una mañana, supo que el artesano “había extrañamente fallecido envenenado”. Esto lo calmó, al saber que solo él, con su única llave -que le pendía eternamente del cuello- podía abrir la cámara con sus monedas de oro.

La fortuna creció y el habitáculo quedó pequeño, entonces se le ocurrió cambiar el oro por billetes de bancos, recuperando así, espacio para seguir almacenando riqueza.

Los altos intereses que cobraba el prestamista, le llevó a triplicar su capital que contaba cada noche, hasta que el sol aparecía por el ridículo ventanal de su casa por el que no cabía una persona. Esto le daba seguridad de que, una vez atrancada la puerta de acero, nadie podía acceder a su lúgubre hogar para robarle.

Pero sucedió, que una noche mientras recontaba su dinero, entró por el ventanuco un gato negro -animal de maléficos presagios para el usurero-. De inmediato quiso acabar con el felino que saltaba asustado por la sucia vivienda, hasta que, el animal se refugió en la cámara aun abierta. -El usurero exaltado, volcó el candil que alumbraba la caja, prendiendo el dinero y su camisón que logró quitarse a manotazos, al tiempo que rompía el cordón que sujetaba la llave de la cámara, perdiéndose ésta por el mugriento aposento, mientras que el prestamista entraba irritado en la caja, viendo como se quemaba su querido capital.

Instintivamente, pensó el prestamista; que cerrando la caja, el fuego se sofocaría. -Al tiempo que, a zapatazos limpios intentaba apagar el papel moneda prendido...

Pasaron los días y el usurero no aparecía. -Las autoridades tuvieron que hacer un boquete en el muro, y al no encontrar al prestamista en la casa, abrieron con explosivos la puerta de la caja fuerte.

-Cuando el acero cedió, una ráfaga de viento elevó una fétida nube dentro de la cámara con las cenizas del usurero, mezclada con la de los billetes de banco. Mientras que al fondo de la caja, el maullido de un famélico gato recordaba a los presentes; Que aún le quedaban otras seis vidas, para seguir conspirando contra los usureros malvados...

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